Los Urus se resisten a dejar el Poopó, el desierto donde antes estaba el segundo lago más grande de Bolivia

Una vieja barcaza ha quedado en medio de la nada como testigo de la catástrofe. Los herederos de la milenaria cultura Uru no quieren abandonar el lugar donde nacieron al igual que sus ancestros. Hace más de cinco años el lago Poopó, la razón de su ser, comenzó a desaparecer y hoy solo queda una planicie seca en su lugar.

María Choque Álvarez mira con melancolía el extenso desierto. “Nos ha dejado el lago, ya no tenemos nuestro lago, antes vivíamos en totorales, cazando, pescando, alimentación de nuestro lago sabe haber, ahora no tenemos nada”, lamenta.

Los Urus eran conocidos como la “gente del agua”. En las riberas del lago asentaron sus comunidades, que se dedicaba a pesca y la cacería de aves. Algunos vivían en islas flotantes y navegan en balsas de totora, el junco que dominaba sus aguas.

Así fue durante siglos, hasta que llegó la desgracia...

“Es el lugar donde cazábamos y pescábamos los Urus, pero lamentablemente se ha secado por el cambio climático”, señala Erasmo Zuna, el alcalde comunal. “Los botes están dejados, es todo un desierto”, señala mientras señala el desierto.

Otro de los comunarios, Abdón Choque, cuenta a la red UNITEL que “antes no se podía ingresar para nada cuando había lago”.

“El lago Poopó se ha vuelto un desierto, era el segundo lago de Bolivia”, afirma.

En sus aguas vivía una variedad de peces y aves, entre ellas los flamencos. Con la desaparición de su modo de vida, los Urus se vieron obligados a buscar otras formas de subsistencia.

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Sobrevivencia

“Una de las alternativas es el turismo comunitario Uru y también la elaboración de las artesanías Esta historia milenaria, más de 12.000 a 15.000 años de existencia no se puede quedar así, no tenemos el apoyo de las autoridades”, señala Abdón.

María respalda ese criterio y da cuenta que “sobreviven” en medio del desierto.

“Ahora estamos sobreviviendo como sea, en comunidad, si salimos de la comunidad no tenemos nada, ni trabajo, ni nuestra alimentación”, lamenta.

Pero no solo es el cambio climático. El alcalde denunció que otro de los motivos que detonó esta terrible situación es el sedimento que deja la minería que opera en la región. “Son de las minas que entra al lago Poopó”, afirma.

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La tierra

Pese a todas esas circunstancias, los Urus no quieren dejar su hogar. En sus miradas hay una halo de esperanza, en algunos casos creen que todo volverá a ser como antes.

“Estamos sosteniendo, pero no queremos dejar nuestra comunidad, nosotros somos Urus, pero no queremos dejar nuestra comunidad, estamos sosteniendo con artesanías con turismo”, señala María.

Saca de su bolsa algunas artesanías elaboradas con tejidos que sus antepasados dejaron como legado.

“Llaveritos hacemos, sombreros hacemos, todo lo que podemos hacemos”, relata.

El más reciente reporte de la Gobernación da cuenta que el lago Poopó ha desparecido. Mientras que las aguas del lago Uru Uru tiene solo 10 kilómetros cuadrados de un total de 250.

“Hemos hecho un seguimiento a todas las aguas. El lago Poopó está seco”, sentenció el director de Recursos Hídricos de la Gobernación, Andriu Villegas.

La falta de lluvias y la sequía le han dado el tiro de gracia a esta milenaria cultura que se resiste a desaparecer.