Don Juan, un maestro de ajedrez en las alturas
Juan Copa enseña gratis a jugar ajedrez a quien lo quiera. Ha fabricado mesas, tableros, hasta bancos. También lleva sus propias piezas y las clases las realiza cerca de un colegio de El Alto. A sus 62 años es un Boliviano de Oro y esta es su historia
Aire entrecortado, mirada concentrada, lo único que importa es cuál será el próximo movimiento. Así son las clases de ajedrez de Juan, un hombre que decidió tomar este desafío como un trabajo sin sueldo, un contrato con él mismo que firmó hace años.
“Don Juan tiene mucha paciencia para enseñarnos a mover las piezas, a mover los peones”, cuenta Maciel, uno de sus estudiantes.
“Me enseñó a jugar y de eso me gustó harto el ajedrez. Sé aprender cómo mover los alfiles, las reinas”, señala Aldo, otro de sus alumnos.
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Él lo trae todo: las mesas, las sillas, las tablas y hasta las piezas de ajedrez. Es su forma de mantenerse vigente. Todos los días se lo puede ver acá, en la calle, en puertas de la Unidad Educativa Tejada Rectangular.
“Hay que entrenar, entrenar, jugar, constantemente, perseverantemente. Cuando uno tiene esa vocación de enseñar, le nace del corazón”, dice el maestro Juan Copa.
Un hombre que está descubriendo talentos en el ajedrez, mientras tiene la oportunidad de compartir un rato con los niños. Muchos de ellos ahora enfrentan el futuro con un poco de estrategia.
“Me ha enseñado muchas cosas, digamos el Mate del Pastor, el Mate del Loco. Me ha enseñado harto siempre”, asegura Guery, estudiante.
“Les pone los tableros de ajedrez y les incentiva. Eso les ha ayudado a clasificar a nivel del distrito”, dice Nelson Choque, que es director de la Unidad Educativa.
Algunos llegaron hace poco, otros están tomando las clases de ajedrez desde hace meses. En su mayoría niños del nivel primario que con entusiasmo intentan vencer a su maestro.
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“Yo no sabía cómo usar el alfil y don Juan me ha dicho ‘esto es así’, “la reina va a cualquier lado’. Él me gana la mayoría y a veces le ganó”, relata su alumno Brayan.
Juan cuenta que ha sido carpintero, comerciante, también alquilaba cochecitos sin motor, ¡vaya vida!, pero luego descubrió el ajedrez de forma autodidacta.
“Poco a poco, más que todo con el contacto con los niños comencé a jugar. Estoy ya diez años, pero si el tiempo y dios me permite voy a continuar con esto”, asegura.
Jugadas que parecen difíciles, en los tableros fabricados por don Juan se vuelven más sencillas. Él tiene sus propias estrategias y técnicas que no duda en compartirlas.
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De a poco está siendo reconocido y sus clases incluyen a grandes y pequeños. Cuando ellos se han ido, levanta su oficina portátil de ajedrez y se va para seguir atendiendo su librería.
“Desde muy pequeñitos siempre ha estado ayudándoles con el ajedrez y la verdad lo hace de una manera muy altruista. Precisamente la unidad educativa está mucho más avanzada se podría decir en el tema de ajedrez gracias al apoyo que él brinda a los niños”, señala una de las madres de familia que considera, como sus alumnos, que este maestro es un Boliviano de Oro.