Cuiabá (Brasil), 22 jun (EFE).- A dos días de culminar la primera fase y con la clasificación para octavos de final en el bolsillo, algunas sombras de recuerdo entorpecen el transitar tranquilo del actual combinado de Colombia, recién llegado a la ciudad de Cuiabá.
Tal día como este domingo, un 22 de junio, el defensa titular del equipo colombiano que pretendía crecer en Estados Unidos 1994 intentó cortar la trayectoria de un balón que terminó en su propia portería.
De aquello hace veinte años. Poco después, un 2 de julio de ese mismo año, en Medellín, su ciudad natal, fue asesinado. Un hecho que se quiso relacionar con esa fatídica jugada, la que dilapidó las esperanzas mundialistas de una de las mejores generaciones del fútbol colombiano dirigida por Francisco Pacho Maturana.
Fue pasada la media hora del partido disputado en el estadio Rose Bowl de Los Ángeles. El 'dos' de Colombia interceptó un centro de un futbolista local y el balón acabó en la red de su propio equipo ante la mirada de René Higuita.
No bastó la frustración y la culpabilidad que asumió Escobar "uno de los momentos más tristes". Una pena que le pesaría hasta el final. Un final trágico.
El paso de Colombia por los Campeonatos del Mundo se mueve al son del infortunio. Entusiasmó por su juego durante los tres eventos que disputó de forma continuada: Italia 90, Estados Unidos 1994 y Francia 1998. Solo en la edición transalpina atravesó la primera fase. Llegó hasta octavos. En las otras dos quedó al margen de sus expectativas. Aspiraciones altas a la medida de la calidad de un grupo que no entusiasmaba hasta los tiempos recientes.
Colombia ahora vive un sueño. Atados los octavos de final con antelación peleará el martes por terminar primera de su grupo. Algo sin precedentes. Igual que el hecho de sumar dos victorias en una misma edición, logro obtenido de la mano del argentino Jose Pekerman en Brasil.
En los otros Mundiales, un empate y un triunfo fue su mejor registro, empequeñecido ahora dieciséis años después de la última participación del conjunto cafetero.
Colombia transita tranquila. Con ambiciones grandes pero pausadas. Presa de la experiencia. El conjunto colombiano protagoniza un sueño del que le hubiera gustado disfrutar a Escobar. Aquél 2 de otra camada talentosa. Un mal día se cruzó en su vida. Un mal balón del que se cumplen dos décadas y que terminó con él para siempre.