El trágico final del sacerdote que volaba enganchado a globos con helio para recaudar dinero

En su último vuelo llegó a volar a 5.800 metros sobre el nivel del mar cuando debía hacerlo a 3.000. El dinero que recaudaba era para financiar obras sociales

Publicado: 02/05/2023 18:49
[Foto: El Clarín ] / Adelir Antoni de Carli

Con el objetivo de recaudar fondos para una obra social, Adelir Antoni de Carli, era un sacerdote de Brasil que volaba enganchado a globos con helio. Alguna de las obras que financió lo hizo realizando esta hazaña.

Antoni anhelaba financiar un hotel para camioneros, un lugar de descanso para los conductores de paso por Paranaguá y como era un paracaidista experimentado para conseguir el dinero decidió hacerlo enganchado a 1.000 globos con helio para llamar la atención de las personas.

Parecía una locura volar de esta forma, pero para él no y así sus vuelos llegaban a un buen final, señaló El Clarín.

En el 2008, recorrió por cuatro horas 110 kilómetros entre Ampere, en el estado de Paraná, Brasil y la ciudad argentina de San Antonio, en Misiones.

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Durante este corto viaje, utilizó 600 globos y voló a una altura de 5.300 metros sobre el nivel del mar y aterrizó con éxito. Aunque algunos pensaron que sus aventuras terminaron ahí, él continuó.

Motivado por su espíritu solidario, el 20 de abril del 2018, el párroco emprendió un nuevo vuelo con un millar de globos coloridos inflados con helio y sentado sobre una silla sin motor.

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El viaje que debió durar 20 horas se extendió. El día no era bueno para viajar, pero Antoni no sentía miedo y decidió volar. Dio una misa para los curiosos que fueron a despedirlo y se elevó a los cielos. Se fue equipado con un paracaídas, GPS, casco, teléfono celular y satelital, chalecos salvavidas, traje térmico de vuelo, comida y agua.

Cuando se comunicó por primera vez señaló que volaba a 5.800 metros sobre el nivel del mar cuando debía hacerlo a 3.000. Tras 21 horas volando se comunicó para pedir ayuda con el teléfono satelital que no sabía utilizar y esa fue la última vez que hablaron con él.

Durante semanas buscaron al sacerdote el personal del Ejército, del cuerpo de bomberos, de las fuerzas de seguridad y voluntarios confiando que se había perdido en algún lugar.

75 días después del vuelo, cerca de la costa de Maricá, en Río de Janeiro, a 1.000 kilómetros al noreste del lugar de su desaparición, un barco de Petrobras encontró sus restos humanos que fueron analizados y certificaron que se trataba del sacerdote.

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