Santa Cruz: Nuestro Iyambae nos manda a ser indomables

Al transcurrir los 213 aniversario de nuestro grito que puso fin a la opresión que nos mantenía encadenados a la corona española, nuestro grito: “Siempre libres cruceños seamos” se ha convertido en el ADN de este pueblo pujante, locomotora del desarrollo y crisol de la bolivianidad, que tiene como característica, ser un pueblo indomable como lo señalaron nuestros indígenas guaraníes al resumirlo con la palabra “Iyambae” que significa: “ser libre y sin dueño”.

Justamente, libres y sin dueños fue lo que elegimos ser aquel 24 de septiembre de 1810, cuando decidimos incorporarnos a la corriente revolucionaria de la mano de “rebeldes” como Vicente Seoane y Juan Manuel Lemoine, como y Eustaquio Moldes.

Movimiento al que se sumarían Ignacio Warnes, José Manuel Baca “Cañoto”, “el Colorao” José Manuel Mercado, Marceliano Montero, Francisca Lopez y Ana Barba, entre otros. De esa forma nuestro pueblo fundado el 26 de febrero de 1561, hace 462 años, tiene a la rebeldía como elemento ordenador, en cada capítulo de su historia.

Indomables hasta la muerte, desde que el cacique Apiaguaiqui Tumpa, (Mozalbete grande en guaraní), se convirtió en líder de la comunidad indígena y principal impulsor de la rebelión chiriguana el 13 de enero de 1892 contra el gobierno nacional de Mariano Melgarejo que los despojó de sus tierras, en la zona de Cordillera, al nacer la república en 1825.

”Apiaguaqui murió con la altivez de un gran caudillo”, escribiría en su informe el Delegado gubernamental Coronel Melchor Chavarría, después de la masacre de Kuruyuki.

Luego nacería entre nosotros, en Puerto Pailas, a 46 kilómetros de la capital Santa Cruz, Andrés Ibañez Justiniano, familiar cercano de José Miguel de Velasco, un prócer de la independencia boliviana y en quien se inspiró en las ideas de libertad y justicia social, refieren sus biógrafos, quien tras egresar como abogado logró fundar el “Club Igualitario” en Santa Cruz y hacerse escuchar por medio de su periódico “El Eco de la igualdad y luego, en un inédito hecho, durante un mitin político arrojar su levita de doctor, sacarse los zapatos y caminar descalzo junto a artesanos que lo aclamaban mientras gritaban “todos somos iguales”, para poco después fundar el llamado “Estados Unidos de Santa Cruz” y declarar al Federalismo, como sistema de gobierno.

Y fue en 1825 Santa Cruz decidió anexarse a la nueva república de Bolivia porque hasta entonces pertenecíamos como una intendencia al Virreinato de la Plata, solo que no fuimos tomados en cuenta por los argentinos en su declaratoria de la Independencia de 1810, coinciden varios historiadores

Y olvidados también por el nuevo Estado, hasta que en 1904 lanzamos el Memorandum en el que pedimos integrarnos al resto del país con caminos y ferrocarriles y en 1931 promovimos el primer referéndum constitucional en el que exigimos descentralización, autonomía judicial y universitaria y frenar los abusos del ejecutivo con las detenciones ilegales, entre otras.

En 1938 se aprobaría una ley por medio de la cual los departamentos petroleros recibirían el 11% por regalías, que al ser negadas, en 1957, Melchor Pinto Parada inició un movimiento de reivindicación, siendo duramente reprimido por el gobierno nacional de Hernán Siles que envió milicias campesinas procedentes de Ucureña, Cochabamba a cometer una serie de atrocidades.

Pero nada frenó a Santa Cruz que en 1985 impulsó la elección de alcaldes y el 2005 la de gobernadores siempre combatidos por el centralismo que ya en tiempos plurinacionales, en el 2011 inventó el Caso Rozsa o Terrorismo para neutralizarnos y en el 2023 “secuestró” a nuestro gobernador Luis Fernando Camacho.

A pesar de todo en Santa Cruz seguimos con el mismo espíritu de libertad, con los brazos abiertos a Bolivia y el mundo y a cantar a viva voz: “libres como son las aves y flores” y dispuestos a defender los acuíferos que en una nueva estrategia del centralismo, pretende afectarlos con una carretera y ...dispuestos a morir de pie como los árboles o como nuestro Cristo Redentor, testigo de nuestras luchas.

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