Volvimos. Muchas gracias por estar nuevamente conmigo en este espacio para discutir ideas económicas, sociales y políticas. Por ayudarme, con su lectura, a repensar Bolivia y el mundo. Nos espera un año cargado de desafíos. En el año que comienza, la crisis económica seguirá desplegando sus nubes. Uno de los nubarrones más negros se concentra en una pregunta muy simple: ¿Qué pasará con los dólares y el tipo de cambio?
En estas primeras semanas de enero por fin soltaron los datos de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia. Hasta el final de 2023, estas solo eran de 1.709 millones de dólares; en oro habría unos 1.566 millones de washingtones; en efectivo hay 166 millones de verdes, que alcanzan para cinco días de importaciones. En 2014 teníamos más de 15.000 millones de dólares de reservas.
Los Chuquiago Boys negaron durante meses el problema de la falta de verdes y acusaron a los opinadores de ser los causantes de escasez de dólares. Ocultaron información sobre las reservas que, cabe recordar, antes se ofrecía semanalmente.
Ahora, sin decir Jesús, reconocen el serio problema de la falta de dólares con un galimatías técnico. Dicen: “Bolivia atraviesa por un periodo transitorio de baja liquidez de dólares”.
Hace un tiempo atrás nos dijeron que este problema de la escasez de divisas se solucionaría con la ley de la venta y compra del oro de las reservas internacionales. No pasó naranjas. Y que venderían 22 toneladas de oro y resolverían la falta de verdes, y simultáneamente, repondrían el metal precioso comprándoles el mismo en bolivianos, a precios internacionales, a los productores de oro nacional. Hasta la fecha habrían comprado cuatro toneladas, pero de oro en pepitas.
Esta semana las autoridades han anunciado otra medida parche y de impacto marginal: quieren que las remesas internacionales que se envían en dólares se entreguen también en dólares (a diferencia de los últimos meses, que se entregaban en bolivianos). Ciertamente esto ayudará muy parcialmente a la presión sobre el tipo de cambio paralelo, que, hacia finales del año pasado, se había disparado a Bs 7,90 por dólar.
La proyección para 2024 es que esta situación de escasez de dólares no cambiará. Los verdes del norte no salen de los árboles. Provienen de: 1) Exportaciones, que no crecerán este año. 2) Remesas internacionales, que si bien han subido, no son significativas. 3) Inversión extranjera directa, que no llega. 4) Préstamos internacionales, que dependen de que los compañeros del proceso de cambio hagan las paces con las entidades financieras. 5) Colchón Bank en dólares, que depende del sector informal y el narcotráfico. Para calmar expectativas de la gente, el Gobierno anuncia sus programas de sustitución de importaciones, que avanzan muy lentamente y que, si San Lenin es grande, podrían funcionar de aquí a dos o tres años. Mientras tanto, “agárrate Catalina”.
El Gobierno reconoce la crisis con el viejo: “sí pero no”, y “yo no tuve la responsabilidad”. Hermosas guagüitas de pecho. Ahora gritan “basta de sabotaje”. La culpa es de los analistas económicos, además del excompañero Evo y de otras hierbas del pantano neoliberal.
Los gobiernos del MAS gastaron más de 13.000 millones de dólares de las reservas, vendieron el oro de las reservas internacionales, usaron la plata del FMI. ¿Y sabes qué dicen? “Basta de sabotaje” y que la culpa la tienen los opinadores.
Evo y Lucho no realizaron las inversiones de exploración en el sector gas natural y este energético cayó dramáticamente de producción. Y la culpa la tienen los pinches analistas. ¿Y quién se “atajó” pues de invertir en búsqueda de pozos? Las mentes diabólicas de los opinadores.
El Estado registró un déficit público de 7,5% del producto en los últimos 11 años y resulta que los culpables son, adivinó, querido lector, los opinadores.
Bolivia registra una inflación reprimida, es decir, sobornada con subsidios más de 2.000 millones de dólares al año. ¿Y sabes de quién es la responsabilidad? Acertaste: los perros analistas.
El año pasado, el Gobierno anunció un crecimiento de la economía del 4,9% y resulta que la cifra real a fin de año será tan solo de 2%. ¿Quiénes fueron los malditos que hicieron esto? Pues los analistas y su combo pachanguero. Por ejemplo, la inversión pública anunciada en el Presupuesto General del Estado de 2023 era de 4.000 millones de dólares y se solo ejecutó la mitad. ¿Quién está haciendo el sabotaje? Los opinadores que tienen poderes telepáticos y dominan a ministros y viceministros.
Más del 80% de la población tiene una ocupación precaria y de baja productividad en la economía informal y sabes quién es el culpable? Otra vez los analistas saboteadores.
Los cooperativistas mineros del oro exportan más de 3.000 millones de dólares al año y prácticamente no paguen impuestos, reciben el subsidio al diésel y destrozan el medioambiente. ¿Adivina adivinador de quién es la culpa? Pues de Nostradamus y las lenguas de fuego de los analistas.
Hasta aquí la problemática y los culpables, pero mucha gente ya está cansada de los pretextos y quiere la solución. Pues aquí les va.
Lo que deben hacer es cortar el gasto público e inversión ineficiente del Estado, pero en serio. Esta semana sacaron un comunicado anunciando planes de austeridad, que en realidad son fuegos artificiales. Dice que serán más racionales con los celulares, la propaganda, los automóviles, los viajes y los papeles. Ahorrarían así unos 160 millones de dólares. ¡Uta, como tiraban la plata los burócratas en lujos! Pero sigue siendo una cosquillita al monstruo panzón del déficit público, que para 2024 está proyectado en más de 3.200 millones de dólares. Pero como se dice en el cacho, algo es algo, ya habrá mejores tiros y lo relevante es que, por fin, las autoridades comienzan a salir del trance del narcisismo macroeconómico y reconocen, entre dientes, la crisis fiscal que lleva 11 años gestándose. ¡Aleluya!
Los siguientes pasos son liberar las exportaciones, eliminar el impuesto a las transacciones financieras (ITF) y conseguir un crédito puente de por lo menos unos 3.000 millones de dólares. El único que puede dar esa cantidad de plata es el Fondo Monetario Internacional o los chinos. Si optan por el primero, tendrán que tragar sapos imperialistas, pero la necesidad tiene cara de hereje. Las autoridades van a tener que negociar en la Asamblea con sus compañeros de ruta. Ese no debería ser un problema. Ustedes saben cómo se tratan los gitanos en materia de leerse la suerte.
En el mediano y largo plazos se debe cambiar el modelo económico del capitalismo de amiguetes por uno comandado por el emprendimiento privado. Asimismo, urge una reforma tributaria para que los nuevos ricos creados por el modelo económico –a saber, cooperativistas, mineros, cocaleros y gremiales grandes– paguen impuestos. Pero esta es una tarea de las oposiciones que deberían comenzar a unirse alrededor de algunas propuestas.