Apenas se puso en marcha la temporada futbolera 2023 y en tres clubes ya despidieron a sus respectivos entrenadores. Un hecho que hace noticia, aunque ya no es novedad en nuestro país. Simple, y lamentablemente, confirma una tendencia en decisiones apresuradas que adoptan directivas de algunas instituciones deportivas.

El caso del recién ascendido Libertad Gran Mamoré, que optó por cesar en el cargo al entrenador Christian Reynaldo tras apenas tres encuentros, es uno de los más llamativos. Cabe entonces preguntarse, ¿tiene Mamoré plantel competitivo como para sacar puntos en El Alto? ¿O para evitar la goleada que otros con plantel más amplio y experimentado también han encajado? Al entrenador se le ‘cortó la cabeza’ como si fuera suya, única y exclusivamente, la culpa de esos dos resultados adversos. ¿Dónde queda entonces el crédito del entrenador que hace apenas un par de meses era presentado como el idóneo por conducir la campaña en la División Profesional? ¿Es que en 60 días ya se olvidó de dirigir?

Con algunos matices, en Independiente Petrolero y Blooming, se dio también el tempranero despido. Perder ante el propio público siempre es doloroso, pero hay que tomar en cuenta que las condiciones de trabajo no siempre están a la altura de lo que, en cambio, se le exige a entrenadores y futbolistas. Es cierto que Álvaro Peña o Andrés Marinangeli se merecen la oportunidad de volver al ruedo, nada hay contra ellos; la crítica apunta contra el apresuramiento en las decisiones, porque con este proceder los reemplazantes quedan expuestos a también ser despedidos después de dos o tres malos resultados, sin aguardar el debido tiempo a que se cosechen los resultados, máxime tomando en cuenta que son equipos en formación, que están en pleno rodaje para pretender alzar vuelo...

Y el tema no es nuevo, porque basta recordar que el año pasado, por estas mismas fechas, clubes como Royal Pari, Guabirá y Real Santa Cruz también estaban despidiendo a sus respectivos entrenadores. Ese inmediatismo hace que se tiren por la borda no solamente procesos deportivos, sino recursos económicos, porque para despedir hay que pagar indemnizaciones establecidas en contrato, y disponer de dinero para los que vienen...

Basta mirar los archivos, o googlear el fútbol boliviano, para constatar que esta figura del ‘pronto despido’ también se dio en 2021, en 2020... es decir, una triste tendencia, que va ganando terreno.

En el fútbol hay muchas reglas no escritas. Tal vez valga la pena apuntar una nueva: si un entrenador es despedido por supuesta incapacidad tras dos o tres fechas... que se vaya acompañado por el o los dirigentes que apenas un mes antes lo contrataron porque le vieron supuestas cualidades para asumir el cargo. Seguramente tendrán más cuidado, para no caer en el apresuramiento... ya sea para contratar o para despedir.

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