El verdadero interés del MAS y de Irán en Bolivia

En el último año la dictadura de Ali Khamenei en Irán ha asesinado a más de 700 de sus propios ciudadanos, la mayoría por protestar exigiendo derechos para las mujeres en dicho país. Según reportes de la ONU, este número de asesinatos incluye a 44 menores de edad, de los cuales 10 eran niñas. El régimen militar de Khamenei también es responsable de arrestar a más de 20 mil iraníes por participar en las protestas, además de ser uno de los gobiernos con el peor récord de violaciones a derechos humanos a nivel mundial, incluyendo violaciones grupales a mujeres arrestadas, lapidaciones, flagelaciones, e intoxicaciones forzosas, entre otros tipos de tortura. El pasado 20 de julio, el gobierno de Luis Arce firmó un acuerdo bilateral con esta dictadura para la cooperación en áreas de “seguridad y defensa”, es decir, nuestro gobierno acaba de acordar recibir entrenamiento y equipamiento militar de una de las peores dictaduras del mundo. No sólo eso, sino que el texto y los detalles de dicho acuerdo no son públicos, sólo lo conocen los funcionarios de gobierno de estos dos regímenes, el boliviano y el iraní. El gobierno del MAS una vez más va en contra de nuestra constitución, la cual indica que somos un país pacífico, y está apoyando y negociando con una de las peores tiranías de este siglo a nombre de todos los bolivianos.

Para quienes prestamos atención a las alianzas del partido del MAS con otras dictaduras este nuevo acuerdo no es una sorpresa. Bolivia inició relaciones con el régimen iraní el 2007 con la firma de un acuerdo de cooperación estratégica, poco después de que Morales asumió la presidencia. El 2008 Morales visitó Teherán y ambos países anunciaron posibles exportaciones de gas y petróleo, además de aprovechar la ocasión para que Morales diera declaraciones públicas defendiendo el derecho del régimen iraní de continuar con sus programas nucleares, entonces cuestionados por la ONU. En los años siguientes las visitas entre ambos líderes autoritarios se repitieron y los acuerdos aumentaron, incluyendo un acuerdo para cooperación en contra del tráfico de drogas el 2012. Esta lucha conjunta contra el narcotráfico no deja de llamar la atención ya que en el acuerdo hecho este año ambos gobiernos mencionaron este mismo delito para justificar la venta iraní de “tecnología” de defensa y seguridad al gobierno de Arce. Sin embargo, que valga la pregunta, ¿acaso no se ha reportado que ambos regímenes reciben, proveen y manejan financiamiento de redes de crimen organizado, incluyendo redes de narcotráfico? Los titulares en nuestro país este pasado mes responden fácilmente a este cuestionamiento, y las investigaciones sobre las fuentes de financiamiento del grupo terrorista libanes Hezbollah que recibe fuerte apoyo de Irán, hacen lo propio.

Sin embargo, es importante que los bolivianos entendamos bien el juego de guerra geopolítico al cual el gobierno de Arce nos está metiendo sin informar ni consultar a nosotros, los bolivianos. La dictadura Iraní es parte de la alianza de dictaduras internacionales que constantemente se oponen y atacan a gobiernos democráticos, actuando en unísono para tapar sus violaciones a derechos humanos, expandir la corrupción y fortalecer sus redes financieras. Al igual que los regímenes de Rusia, Corea del Norte, China, Cuba, Venezuela, y Nicaragua, entre otros, Irán es una dictadura que justifica la persecución política, el terrorismo de estado y la vigilancia constante a sus ciudadanos indicando que están protegiendo a su ciudadanía de un enemigo externo. Tal enemigo externo a veces es un país vecino, pero principalmente se le atribuye ese rol a los Estados Unidos, hoy un jugador débil en el escenario internacional, al cual identifican en discursos como su mayor “enemigo”.

Sin embargo, la realidad muestra que más allá de seguir una línea política “revolucionaria” y verdaderamente “descolonizadora”, lo que une y prima en las decisiones de estas dictaduras es el mantenerse en el poder para continuar negociando tanto los recursos naturales de sus propios países como fortaleciendo las redes de comercio ilícito y crimen organizado que garantizan su seguridad. En otras palabras, estas mega dictaduras (China, Rusia, Irán) son en efecto los nuevos colonizadores, fortaleciendo otras dictaduras más pequeñas y apoyándolas con recursos económicos y de propaganda mediática para mantener a esos mini-dictadores en el poder a cambio de poder explotar a gusto los recursos naturales de dichos países. ¿Suena conocido? Bajo este modelo, se enriquecen las dictaduras “madre” y fortalecen a los pequeños dictadores y sus familias en los países que colonizan. Expertos internacionales como Anne Applebaum han llamado a esta alianza internacional “Autocracia Incorporada”, porque al final lo que une a estas dictaduras no es ni siquiera la ideología (algunas son de izquierda, otras de derecha, algunas comunistas, otras fascistas) sino la cleptocracia. Corrupción, organizada y masiva, a nivel internacional.

Bajo ese razonamiento, Irán ha buscado expandir su presencia en nuestro continente precisamente para extender esa alianza, aumentar sus negocios y poder oponerse a los Estados Unidos desde su propio hemisferio. Expertos en la política exterior de Irán como Joseph Humire indican que dicho régimen quiere aumentar su presencia militar en el continente americano y por ende los nuevos acuerdos entre nuestro gobierno y la dictadura de Khamenei permitirán la importación de recursos y armamentos militares de Irán a la región. El único otro país con este tipo de cercanía y cooperación militar con Irán es Venezuela, que bajo la dictadura de Nicolás Maduro ha recibido numerosos cargamentos de armamento militar del régimen iraní. Basta esto para entender por qué tanto la delegación de Bolivia como la de Venezuela, vergonzosamente, se oponen de manera constante en instituciones internacionales como la ONU a resoluciones que condenan las violaciones a derechos humanos ejecutados por el régimen de Irán.

¿Estamos de acuerdo los bolivianos en convertirnos en un territorio base para que una dictadura expanda su poder militar en nuestro continente? ¿Queremos ser una colonia de nuevo, esta vez para dictaduras como la de Irán? Es un insulto a toda la ciudadanía boliviana que el gobierno del MAS se crea con el poder y el derecho de firmar documentos de cooperación de tan alta gravedad y peligro para nuestra política internacional sin siquiera informarnos del alcance de dichos acuerdos. Contrario a los deseos autoritarios de este gobierno y sus aliados, los bolivianos no queremos ser un mini-Irán en Latinoamérica ni queremos prestar nuestro litio para fortalecer a un régimen que asesina a cientos de sus ciudadanos a sangre fría. Los defensores de derechos humanos, líderes de partidos políticos, grupos ecologistas y ciudadanía organizada, todos en conjunto, debemos exigir transparencia al gobierno de Arce y oponernos a tan nefasto acuerdo con la dictadura iraní que allana el camino hacia el autoritarismo, la guerra y la violencia en nuestro país y continente. Bolivia no es un peón de guerra que los líderes del MAS pueden alquilar a gusto a cambio de beneficio económico y propagandístico para su partido.

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