El mundo ya vive en ciudades y nosotros todavía no sabemos lo que eso significa (2)
Las grandes urbes y sus áreas metropolitanas seguirán creciendo. La concentración de servicios y oportunidades que ofrecen las ciudades generan atracción natural y economía de escala en su oferta, frente a territorios rurales de escasa y dispersa población en el territorio. El incremento de valor de la tierra urbana es una de sus primeras consecuencias. La necesidad de tener un “lote” que sirva de base para la vivienda, inversión o ahorro, genera barrios segregados con viviendas precarias y sin servicios plenos.
En desarrollo urbano se ha creado el término “gentrificación” para definir un área urbana “generalmente popular o deteriorada, que mediante un proceso que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de mayor poder adquisitivo”, genera progresivamente una expulsión de los vivientes y produce especulación inmobiliaria; esta realidad fuerza la movilidad urbana y crea nuevos sistemas de consumo al eliminar el comercio de proximidad, tiendas de barrio, por otro de grandes superficies.
Cada una de estas situaciones obliga a entender cómo serán nuestras ciudades en el futuro. El primer mundo ya trabaja sobre la ciudad de los 15 minutos o las supermanzanas, como complejos urbanos que buscan limitar el transporte al existir concentración de servicios en espacios que se pueden alcanzar caminando. Se van imponiendo nuevas palabras: “ciudades climáticamente neutras, más allá de ciudades inteligentes con tecnologías 5G, semáforos conectados con el tráfico, medición de la polución a tiempo real, con disminución de combustible fósil, vehículos eléctricos, viviendas con climatización renovable, disminución de gases de efecto invernadero en ciudades más verdes, más caminables y con más ejercicios físicos para sus vivientes.” A través de Contratos climáticos de la ciudad, sus habitantes, instituciones y autoridades se comprometen alcanzar ciudades ambiental y socialmente sostenibles, con reducción del uso de coche privado. Ya se sabe que la incorporación del coche eléctrico no mejorará el uso del espacio público porque seguirá siendo privado y por ellos se hace necesario potenciar la movilidad compartida, con transporte público de calidad, desplazamientos a pie, en bicicleta, pedidos on line, con aplicaciones totales en el celular.
Ya se construyen edificios y viviendas que mejoran la eficiencia energética con aislamiento térmico, y una modificación del uso del espacio público buscando confort térmico, con más árboles en espacios públicos, con servicios que superen la hostilidad con niños y personas mayores, y fortalezcan la cohesión social.
Los técnicos urbanos no solo están preocupados por la conformación de la masa urbana, están incluyendo en el diseño centros productivos que vayan creciendo orgánicamente. Que los municipios empiecen a incorporar el conurbano dentro la planificación, es un reto difícil pero necesario, entendiendo que la urbe, las metrópolis o las ciudades intermedias se mueven necesariamente por la economía que generan. Los principales generadores de ingresos y los más problemáticos son los centros de transformación de materia prima con valor agregado (fabricas, empresas), que forman parte de las urbes de una forma relegada y poco integrada; a ellos hay que unir el ámbito productivo (relación campo/ciudad), siendo el reto inmediato integrar estos sectores de manera planificada y ordenada, donde su lenguaje y contexto sea integrador. En Bolivia no tenemos consciencia ciudadana sobre la gobernanza metropolitana, no solo entendiendo a la unión urbana de varios municipios, si no a la incorporación de elementos estructurales que van más allá del conurbano; un intento de ello fueron las mancomunidades metropolitanas que no lograron una gobernanza clara en razón de la voluntariedad de su constitución frente a competencias cotidianas necesarias en favor de la población.
Ante este panorama, los urbanistas, planificadores, cientistas sociales y la comunidad científica, estamos obligados a trabajar adecuando normas y leyes de gobernanzas claras en las urbes, la integración e incorporación de áreas de producción y el centro de producción de materia prima, “campo ciudad”. Todos ellos con un elemento en común, la economía, la generación de oportunidades y la distribución de riquezas. Estos elementos harán que nuestras ciudades sean sustentables y sostenibles en el tiempo.
Mientras, comprobamos que la vida mayoritaria de la población en ciudades y el crecimiento urbano, no forman parte del debate político ni de la consciencia ciudadana. El bloqueo de caminos cotidiano, es una evidencia.
*Esta columna fue escrita en colaboración con Ramiro Añez Antelo