¿De Sucre a La Paz y de La Paz a Santa Cruz?

Las correlaciones de fuerza entre los bloques en el poder y la pugna por el epicentro de poder en Bolivia es una cuestión simultánea de memoria corta y memoria larga. Así como a fines del siglo XIX el epicentro del poder se trasladó de Sucre a La Paz, tras la guerra civil “federal”, se viene observando un lento, pero constante, traslado del epicentro de poder hacia Santa Cruz. Es una cosa del día a día, pero que sin tomar distancia es casi imposible de notar.

Este giro del eje central es la causa y no la consecuencia de la migración masiva hacia esta región en las últimas décadas. No migran solamente bolivianos hacia Santa Cruz, sino gente de múltiples nacionalidades. Santa Cruz aparenta ser un buen lugar para vivir el futuro y, en gran parte, es el modelo económico cruceño el factor determinante por las condiciones objetivas que ofrece para el desarrollo colectivo y el andinocentrismo lo sabe.

El MAS, por su parte, busca afianzar su modelo económico de estado para pugnar los espacios que, simbólicamente, ganó Santa Cruz en las últimas décadas. Con tal propósito, recurre a los aparatos (propagandísticos) del estado para dejar ver alguna bondad de su modelo estatista. Así como lo hicieron durante las tres gestiones de Evo, aun cuando todos (o varios) sabíamos que su gestión económica no fue otra cosa que el aprovechamiento de los precios internacionales en auge y las políticas que heredó de gobiernos anteriores.

Este inevitable traslado del epicentro de poder de La Paz a Santa Cruz tiene que ver principalmente con una cuestión de clase, es decir, la amplitud de la clase media en Santa Cruz. Esto se traduce en capacidad de producción y movilización política. La clase media cruceña es diversa, pero tiene en común la identidad camba, que se asume más allá del lugar de origen o las pequeñas diferencias ideológicas.

Ahora bien, ya se vive una crisis económica y el gobierno no quiere reconocerlo. El panorama próximo no es más alentador, más aun considerando la escasez de carburantes, especialmente de diésel. La pregunta es ¿cómo hacemos los cruceños para mirar hacia el futuro mientras sobrellevamos la crisis económica global acentuada por el modelo estatal boliviano?

La única manera de salir adelante es pugnando con el MAS el significado del futuro, es decir, el sentido de la historia. Es un asunto de legitimidad. Es tener claro hacia dónde se va y, a partir de esa direccionalidad, convencer a la sociedad cruceña y a la sociedad boliviana en su conjunto. Esa es la salida pacífica al traslado del eje de poder. Todo eso mientras se surfea la ola de la crisis económica.

El MAS maneja el estado central, ahora quiere manejar la región. La alcaldía cruceña ya está en su bolsillo. El interés está en manejar al menos la Asamblea Departamental, sino la Gobernación. La clara muestra fue sacar del tablero del juego al gobernador Camacho, entre otras jugadas para desestabilizar la Asamblea Departamental con el comodín de los representantes indígenas, que definen las votaciones.

Este es un tema que requiere un profundo estudio, pero es innegable que se ve un giro del eje del poder hacia Santa Cruz, en el sentido de que los fenómenos políticos ocurren en esta región, así como ciertas decisiones se toman en Santa Cruz. Sin embargo, a nivel estatal, como aparato represor y por el soporte popular, el poder continúa plenamente centralizado en La Paz. No obstante, ¿estará realmente el poder en Santa Cruz o aún permanece en La Paz? Hay que partir de la idea de que el poder no “está” en un lugar, sino que se despliega como relaciones multifactoriales, pero considero que el tiempo dejará ver cómo se reacomodan las estructuras de poder. Sin duda que el litio, como recurso estratégico para el futuro, será otro factor determinante en este giro progresivo.

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