Bolivia puede vivir del turismo... empecemos por Samaipata

Para llegar a Pereira, capital del municipio de Risaralda y puerta del Paisaje Cultural Cafetero de Colombia, hay que recorrer una distancia de 322 kilómetros. A pesar del extraordinario modelo de desarrollo turístico y productivo, y sin el menor chauvinismo, ninguno de los 51 municipios cafeteros de Colombia tiene la suma de atractivos que ofrece Samaipata.

A los 122 kilómetros desde Santa Cruz, hay que sumarle la producción del café de altura Buena Vista, Cuevas, Patrimonio, la existencia de una industria de vino de altura que recoge una tradición de 450 años con las bodegas Uvairenda 1750, Originario y Lansua, y una oferta gastronómica que acompaña las 40 nacionalidades que viven en Samaipata, junto con nuestros criollos: Casa Patio, Lorenzo, Tía María, Pablo Pueblo, La Artística... El desarrollo urbanístico ha respetado el carácter colonial del pueblo y se ha multiplicado en oferta turística de hoteles, el Pueblito Resort, cabañas, camping y senderismo en los alrededores.

A ello hay que sumarle El Fuerte, la Montaña Tallada y al ser parte del Parque Amboró, el Bosque de helechos gigantes. La página de AMDECRUZ valora a Samaipata como “lugar de encuentro para las culturas, en donde se desarrollan importantes eventos como la Ceremonia del Lucero Guaraní del Amanecer realizado por la cultura Guaraní y Chané y los rituales de los solsticios de invierno y verano llevados a cabo por los Quechuas. El escritor Erich Von Däniken visitó este lugar en los años 70 y lo describió como una lanzadera de naves espaciales. Muchas son las leyendas en la zona sobre desapariciones de personas, apariciones fantasmales, fenómenos ovni e incluso se habla del ruido de tropa a caballo que llega hasta el fuerte y desaparece sin rastro.” Los 3 lugares de mayor afluencia turística de Bolivia son el Salor de Uyuni, el eje Tiahuanacu/La Paz, y Samaipata.

Esta descripción puede multiplicarse sin mucho esfuerzo con oferta repartida en sitios de todo el territorio nacional que están esperando ser puestos en valor por una sociedad que ignora que e turismo es una industria productiva sostenible, y lo desprecia con sus conductas y actitudes.

Si sumamos Tiahuanacu, Rurrenabaque, San Ignacio de Moxos, Tumichucua, Caño Negro, Hacienda San Pedro, Tarabuco, Mizque, Buena Vista, Santa Ana de Velasco, y no estoy repitiendo los lugares emblemáticos del Salar, el Pantanal, la amazonía, las Misiones de Chiquitos, comprobaremos lo que tenemos para desarrollar en turismo de manera masiva y dignamente.

El viernes 12 continuaré mi recorrido presentando en Samaipata la investigación “Un cafetal del tamaño de Bolivia”. Gracias al apoyo del Gobierno Municipal y a los amigos Manuel Suarez de Casa Patio, Percy Añez de Uvairenda y Pedro Rodriguez de Buena Vista, conversaremos en el lugar emblemático que reúne las condiciones para compartir con Bolivia lo que puede lograrse cuando se suman las alianzas público/privadas y el territorio y la gente que vive en él, entienden el valor de la naturaleza, la historia, el patrimonio y la cultura. Cuando digo esto, recuerdo el esfuerzo que está realizando Chuquisaca para preparar la celebración del Bicentenario de la Independencia, la necesidad de convertir el turismo en política pública, y el realizar un pacto de amor con nosotros mismos, suspendiendo los bloqueos que destruyen el futuro.

Entraré a la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria restaurada magníficamente con sus valores barrocos, tomaré licores de frutas, hidromiel y rimpolios en cualquier lugar que me los ofrezcan, y buscaré por sus calles a Fresia Franco, Raúl Costas, Carmelo Caballero y a mi hermana Elizabeth de Castillo, que las siguen caminando sonrientes. En los pueblos chicos de gesto antiguo, siempre se producen ocurrencias mágicas.

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