Argentina clasificó con un 2-0 sobre Polonia en el mejor de los tres partidos que lleva disputados en el Mundial de FIFA en Catar. Tuvo buen fútbol colectivo para dominar al rival y otro gran mérito fue no perder el orden cuando el gol tardaba en llegar. En el minuto 38 estuvo una de las claves de su éxito. No fue una jugada de gol, más bien fue el no-gol de su capitán y máxima figura Messi, que desperdició un penal. Pero los albicelestes se sobrepusieron, no perdieron el libreto y la recompensa llegó en el segundo tiempo.

Atrás quedó el trago amargo de la derrota ante Arabia, atrás quedaron las dudas de algunos rendimientos, atrás quedó incluso la polémica sobre si en la concentración consumen yerba mate brasileña o argentina. Aparecieron las sociedades entre viejos conocidos, el atrevimiento de los veinteañeros Mac Allister y Álvarez, acertadas variantes desde la banca, para ir ‘cebando’ a una Polonia que hasta pudo ser goleada, pero el zaguero Kiwior lo evitó en el epílogo, mientras que Lewandowski apareció poco y nada.

Argentina ganó y gustó. Esta vez incluso se dio el lujo de no tener que depender de la magia de su 10 para terminar primera en el grupo y así evitar a Francia. Tuvo una presentación tan vistosa como los 974 coloridos contenedores que conforman la estructura del estadio catarí en el que recuperó a plenitud la condición de equipo favorito. El sábado, contra Australia, puede demostrar que lo suyo va yendo de menos a más.

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