Déjame plantearte una idea que tal vez no hayas considerado: en el ajetreo de tu vida cotidiana, en cada interacción con el entorno que te rodea, tu libertad está siendo lentamente erosionada. No es una tiranía abierta y directa lo que te amenaza, sino algo mucho más sigiloso y sutil: una serie de incursiones menores, disfrazadas de normativas y medidas estatales, que poco a poco van limitando tu autonomía y tu capacidad de autodeterminación.
Observa cómo las empresas estatales compiten con negocios privados. Puede que no lo notes de inmediato, pero tu libertad como empresario y consumidor se ve coartada. Estas empresas, favorecidas por políticas gubernamentales, distorsionan la competencia y limitan tus opciones en el mercado libre. La política de sustitución de importaciones te obliga a consumir productos nacionales, a menudo a un costo más alto y de menor calidad que sus contrapartes internacionales.
Cuando los precios de los pasajes aéreos suben debido a la falta de competencia y la protección a la aerolínea estatal, tus opciones de viaje se restringen significativamente. Un viaje que antes era directo y eficiente, ahora se vuelve incierto, tedioso y prolongado.
Piensa en cómo la imposición de un salario mínimo o las negociaciones anuales de la COB, actuando sin tu consentimiento, limitan tu libertad. Están tomando decisiones por ti que no necesariamente reflejan tus necesidades o habilidades. O como empresario te imponen el doble aguinaldo u otras medidas laborales, independientemente de la productividad de tus empleados o de tus ganancias anuales, están atentando contra tu patrimonio y tu libertad de gestionar tu negocio.
La ocultación deliberada de información por parte del gobierno, como la disponibilidad de dólares en el Banco Central, restringe tu capacidad para tomar decisiones informadas. La transparencia es esencial para la libertad en una sociedad democrática.
Como exportador, las restricciones comerciales y la fijación de precios limitan tu libertad económica. Estas medidas, en lugar de proteger intereses nacionales, coartan tus opciones como consumidor y empresario en un escenario global.
Las restricciones al acceso a divisas o la prohibición del uso de criptomonedas son una intrusión directa en tu libertad económica. Cuando depositas dólares en un banco y luego no puedes recuperarlos porque el Estado los ha gastado, te han despojado una parte de tu patrimonio.
Los aranceles exorbitantes y las prácticas aduaneras abusivas restringen tu libertad de comercio, elevando artificialmente los costos de los bienes y limitando tu acceso a productos globales. Esto te priva de disfrutar de bienes y servicios que podrían ser más accesibles y baratos, beneficiando especialmente a la clase media baja.
La corrupción y el nepotismo en el empleo estatal socavan los principios de igualdad y mérito. Estas prácticas injustas limitan tus oportunidades y erosionan tu confianza en las instituciones. Dependes de la voluntad de funcionarios públicos, que pueden determinar tu futuro con un simple trámite. Si no estás alineado con el gobierno, puedes ser perseguido y tus trámites quedarán en un limbo burocrático.
Los impuestos excesivos limitan lo que puedes hacer con el fruto de tu trabajo, restringiendo tus opciones y tu capacidad para invertir en tu futuro. Estos impuestos, especialmente cuando se incrementan por motivos políticos o ideológicos, son una intromisión en tu libertad económica y personal.
Las barreras burocráticas para iniciar y mantener una empresa y las demoras en las autorizaciones estatales son ejemplos claros de cómo el Estado limita tu libertad empresarial y tu espíritu innovador. Esto da lugar a la informalidad como mecanismo de defensa contra los abusos estatales.
La distribución de bonos y ayudas estatales, si bien puede parecer beneficiosa a corto plazo, a menudo crea una dependencia a largo plazo. Esta dependencia es una forma moderna de esclavitud donde tu libertad individual se ve comprometida.
Estos ejemplos, que se acumulan día tras día, muestran cómo, bajo la apariencia de normalidad, tus libertades están siendo erosionadas por el Estado en nombre de la protección, la seguridad y la igualdad. Es un llamado a la reflexión y a la acción. Debes estar alerta y consciente de que cada día eres un poco menos libre. Te invito a comprometerte con la defensa de tus libertades fundamentales, recordando siempre que el valor de estas libertades es esencial en la construcción de sociedades más justas, libres y prósperas. No permitas que tu libertad, reducida poco a poco, se convierta en un recuerdo lejano. Levanta la voz, toma acción, y recuerda que la libertad de hoy es el legado que dejamos para el mañana.