El conflicto entre Rusia y Ucrania explicado con sencillez

Estas son las tres cosas que debes saber para entender la invasión rusa a territorio ucraniano

Publicado: 07/03/2022 18:47
Imagen: Shutterstock / kirill makarov

En la mañana del 24 de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó a sus tropas bombardear e invadir Ucrania, país vecino. Es la primera gran agresión de este tipo en Europa desde el desenlace de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y el fin de la dictadura de los nazis en Alemania.

1. Nacimiento de la URSS

Rusia es la nación más grande de la tierra, un verdadero continente. Su territorio se extiende desde el centro de Europa hasta el extremo de Asia. Durante buena parte del siglo XX, Rusia existió dentro de un estado aún más grande que se llamó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ese estado nació cuando, después de la Revolución de 1917, el Imperio de los zares de Rusia se deshizo y un número importante de países surgieron de sus cenizas: Polonia, Estonia, Letonia o Lituania, pero también otros como Ucrania y Georgia y, por supuesto, la república de Rusia.

El Orden Mundial, CC BY-NC-ND
Rusia se convirtió en el primer Estado socialista del mundo. Estaba dirigida por los bolcheviques, un partido antiliberal y antidemocrático que, si bien inició algunas leyes progresistas e innovadoras, controlaba la sociedad con una dictadura marcada por la violencia y la imposición. Los bolcheviques querían crear una sociedad igualitaria, pero para ello suprimieron las libertades ciudadanas y los derechos civiles. Destruyeron así la primera democracia parlamentaria que se había creado en Rusia.

Cuando la Rusia bolchevique se consolidó, comenzaron a atacar a los países que la rodeaban. En unos pocos años, Rusia invadió y recuperó muchos de los territorios que había perdido y los incorporó a la URSS. Uno de ellos fue Ucrania, un territorio muy amplio del que una parte quedó en manos de Polonia.

2. La historia de Ucrania

Principados del Rus de Kiev entre 1054 y 1132. Wikimedia Commons, CC BY-SA

En la Edad Media había existido un primer estado ucraniano, la Rus de Kiev, que también se considera el inicio de Rusia. Cuando, en el siglo XVIII, Rusia se convirtió en un imperio, casi toda Ucrania quedó en sus manos. La cultura y el idioma ucraniano fueron menospreciados y perseguidos durante muchos años. A la lengua ucraniana se la consideraba mero dialecto de la rusa, la cultura propia se veía como campesina, pobre, poco sofisticada. Las élites culturales ucranianas lucharon por una autonomía en el imperio y, cuando este se hundió tras la revolución, intentaron crear un Estado independiente.

La reconquista del país por los bolcheviques tuvo primero una cara amable: se permitió el florecimiento de la cultura y la lengua. Pero luego la política se hizo muy restrictiva. Las políticas de los bolcheviques llevaron al país a una gran hambruna, llamada Holodomor, en la que murieron millones de ucranianos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis invadieron la URSS y provocaron una enorme destrucción en Ucrania, asesinando a millones de personas, incluyendo a casi toda la población judía. Ucrania fue uno de los escenarios del Holocausto. Una parte de los ucranianos colaboró con los nazis para lograr su independencia, cometiendo muchos crímenes. Otra parte luchó contra los invasores nazis y consiguió expulsarlos del país, junto con el ejército de la URSS.

Con el tiempo, Ucrania dentro de la URSS se recuperó y llegó a ser uno de los territorios más importantes de la Unión. Tenía una gran industria y era considerada como el granero del país: producía una gran cantidad de trigo y pan. Cuando en 1991, tras muchas tensiones, la URSS se disolvió, los países que la componían se hicieron independientes. Ucrania también votó, en un referéndum masivo, a favor de su consolidación como Estado propio.

3. El siglo XXI

El camino para la paz y la prosperidad estaba aún lejos. Ucrania es un país muy grande, donde casi la mitad de la población tiene como lengua materna el ruso y se sienten vinculados a Rusia. Había mucha indecisión acerca del camino que tenía que tomar Ucrania: ir hacia la Unión Europea y occidentalizarse o mantenerse bajo la influencia de Rusia. Muchos ucranianos pensaban que era posible tener ambas cosas.

Soldados rusos sin identificación en la Perevalne, Crimea, en marzo de 2014. Shutterstock / photo.ua
Aprovechando una crisis política en Ucrania en 2014, con manifestaciones y violencia callejera, Vladimir Putin ordenó a sus tropas invadir de forma anónima (sin uniforme) la península de Crimea, que formaba parte de Ucrania. También impulsó levantamientos en dos provincias fronterizas con Rusia (Donetsk y Lugansk), que convirtieron esa parte del país en una zona de guerra durante muchos años. Los intentos de acuerdo en la ciudad bielorrusa de Minsk no sirvieron de mucho.

Durante años la tensión entre los dos países fue creciendo. Rusia acusó al gobierno ucraniano de ser ilegal y de apoyarse en la ultraderecha. Hay que recordar que, paradójicamente, es Putin quien se ha convertido en un modelo para la ultraderecha en Europa y el mundo. Con el tiempo, Rusia incrementó la presión y llevó a sus ejércitos a la frontera con Ucrania. Hasta este 24 de febrero, cuando se ha decidido a lanzar sus tropas desde diversos puntos de la frontera, bombardeando ciudades, aeropuertos y vías de comunicación.

Mapa de los bombardeos iniciales de Rusia en Ucrania. AntoFran / Wikimedia Commons, CC BY-SA
¿Por qué Vladimir Putin no ha aceptado el camino de independencia y soberanía de Ucrania? Para muchos rusos, Ucrania sigue siendo un territorio muy ligado a ellos, algo que también piensan muchos ucranianos. Pero los rusos también consideran a Ucrania un “hermano menor”. No aceptan que los ucranianos puedan dirigir sus propios destinos y decidir lo que quieren. Vladimir Putin y parte de los políticos rusos están acostumbrados a la idea de ser un imperio. Para ellos, representa una humillación que Ucrania siga su propio camino en la política internacional. The Conversation

José María Faraldo Jarillo, Historiador, Universidad Complutense de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Tags